lunes, 29 de octubre de 2007

Entretenimientos de ayer y hoy


¿Dónde quedaron las canicas, la payana y el elástico? Hasta hace diez años los chicos jugaban a las escondidas, coleccionaban figuritas y compartían tiempo con sus padres en competencias de ludo-matic o armando rompecabezas de Disney.
La psicopedagoga Andrea Kaminsky sostiene que hoy “los chicos manejan mejor el celular que la ortografía y se saltean etapas de la infancia como si quisieran crecer más rápido”. Explica que los juegos solían ser eminentemente sociales y de roles -la maestra, el doctor, la vendedora- y que hoy el entretenimiento tiende al autismo y soledad frente a una computadora o discman. Lo que hace una década se consideraba trasgresión hoy se convirtió en la norma. Por ejemplo el cigarrillo, los piercings, tatuajes, el look desalineado y el alcohol se volvieron aliados precoces del crecimiento así como las conocidas matinés bailables organizadas en boliches para adultos.
Los trabajos prácticos para los que los chicos hacían investigaciones grupales en libros o enciclopedias hoy se tratan de información proporcionada por Internet. “Los alumnos cada vez interactúan menos entre sí a la hora del estudio. Estamos en la era del punto com y el botón de Enter se tornó protagonista central de cualquier búsqueda” asegura Claudia Taiah, profesora particular de lengua para nivel primario y también madre de dos hijas de 13 y 9 años. Asimismo manifiesta su preocupación por el aumento de la violencia trasladada a la escuela. Comenta alarmada que en el curso de su hija mayor se encontró un alumno que asistía al colegio con un arma de grueso calibre en su mochila.
Kaminsky considera que el descontrol infantil está promovido por un avance tecnológico desmedido y exceso de acceso a la información. “El escenario de lo virtual se ha convertido en lo cotidiano. La plaza, la tiza y la piedra -elementos fundamentales para jugar a la rayuela- hoy son reemplazados por un monitor LSD de pantalla plana” subraya.
Hace diez años una de las mayores atracciones para los chicos era jugar a los flippers, lo cual implicaba que tuvieran la necesidad de salir de sus casas. Las golosinas, los parques de diversiones y hasta las jugueterías cambiaron en sólo una década. “No todas las modificaciones son para bien. Hoy parece que hubiera una desobediencia de la tecnología al orden biológico” concluye la psicopedagoga. ¿Tendrá que ver la violencia contenida de los chicos con incapacidad para procesar tantos datos de la realidad?

Marina Ailín Schapiro

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