Es positivo que el ministro de Justicia de España haya  anunciado ayer -24 de octubre- que, a instancias de la Fiscalía General del Estado, el  Ministerio Público de Barcelona ordenó ya la detención del agresor de la menor  de edad ecuatoriana en un tren de esa ciudad. Resultaba una ofensa a la  justicia que se mantuviera en libertad al agresor, como había decidido el primer  juez que conoció el caso, a pesar de las evidencias por la grabación del cobarde  ataque a la joven indefensa, las lesiones físicas y psicológicas causadas y las  expresiones de xenofobia y racismo, con todos los agravantes por las  circunstancias de la agresión.
Es cierto, como ha afirmado el presidente  Rafael Correa, que el comportamiento de un individuo inadaptado no representa  los sentimientos del pueblo español hacia los ecuatorianos. No obstante, también  es cierto que el fenómeno migratorio ha influido para que cada vez con más  alarmante frecuencia renacieran brotes de los irracionales prejuicios  de racismo, xenofobia y exclusión de toda identidad cultural ajena a la propia.
Por esto es tanto más importante que los casos que salen a la luz  pública, como el de la joven ecuatoriana agredida, no queden en la impunidad y  tengan la debida sanción.
        
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jueves, 25 de octubre de 2007
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