martes, 25 de septiembre de 2007

La vida después de la muerte en 8 mm



The Doors: música, droga, poesía, sexo, alcohol y éxito

James Douglas Morrison era su verdadero nombre. Cantante, poeta, escritor y vocalista del grupo The Doors nacido en Estados Unidos el 8 de diciembre de 1943 y fallecido el 3 de julio de 1971. Se lo encontró sin vida en la bañadera de su piso en el barrio de Marais en París, donde vivía con su pareja Pamela Courson
. En la autopsia oficial se declaró que la causa de muerte fue un paro cardíaco. El coeficiente intelectual de Morrison era elevado: 149. Interesado en la lectura –sobre todo Nietzche, Baudelaire y Rimbaud- el joven, todavía ajeno a la fama, escribía poesía casi a modo de vicio. En 1965 después de graduarse en la Universidad de California, se encontró por azar con Ray Manzarek -ex compañero de clase- y aceptó formar junto a él en los teclados, Robbie Krieger en guitarra y John Densmore en batería, la banda The Doors.
El nombre del grupo fue inspirado en una cita del escritor inglés William Blake
, del libro Las puertas de la percepción: “si las puertas de la percepción permanecieran abiertas aparecería al hombre todo tal cual es, infinito”. Dos años después de la formación del conjunto lanzaron su primer álbum. El single Light my fire se convirtió en un éxito.
En pareja con Pamela Courson -quien se hacía llamar “Pam Morrison”- y comprometido con su arte, Jim se convirtió en un icono sexual y estrella de rock estadounidense. Un hombre liberal, de ideología hippie, abierto al sexo casual, obsesionado con la muerte, detective en busca de nuevas sensaciones, sin censura, conectado y desconectado del mundo al mismo tiempo. En los primeros recitales daba la espalda al público por “pánico escénico”, lo que lo impulsó a consumir drogas antes de cada show.
En 1991 se estrenó la película titulada The Doors, dirigida por el cineasta Oliver Stone y calificada como apta para mayores de 16 años. El actor Val Kilmer interpreta a Morrison y no sólo se ve parecido físicamente, sino también interpreta canciones y presentaciones de conciertos en vivo. Escuchar y ver a Kilmer en los zapatos del excéntrico músico se vuelve un desafío intenso y permanente. El espectador se enfrenta a la pantalla y evalúa constantemente cada movimiento, gesto, palabra y acción del actor. No se trata sólo de exigencia por parte del público –que revive la historia del grupo a través de imágenes y sonidos del filme- sino también de cierta curiosidad compulsiva. El público se vuelve activo.
La película genera dos deseos opuestos: abrir una puerta a la capacidad de asombro humana –por el parecido entre Kilmer y Morrison- y por otro lado cerrar con llave la video casetera porque ninguna imitación, actuación o personificación debería acercarse a la performance de The Doors. Los fanáticos o escuchas de bandas de los 70’ son muy conservadores en cuanto a la calidad y originalidad del producto que consumen y podrían sentir que la interpretación vocal de Kilmer se aleja de Jim Morrison y que la historia del grupo queda resumida en manos de un actor joven que sólo había actuado en seis películas hasta ese entonces.
La particularidad del filme es que los diálogos entre los personajes generan un lenguaje sobresaliente al alto contenido erótico que se aborda. Al mismo tiempo se enfrentan y convergen el amor, el sexo y el odio. Si se analiza el romance de Pam y Jim en la película -en el que se permitían tener relaciones carnales con otras personas- queda al descubierto que ambos sufrían de “pasiones extremas”: discusiones fuertes, gritos, amenazas, insultos, descontrol, violencia, un beso apasionado, sexo. Se ve que la pareja no encuentra un punto de equilibrio mutuo, y tampoco individual. Se los ve odiarse y amarse, pero nunca evitarse y ser indiferentes el uno al otro: el enojo a modo de manifestación del afecto en demasía, además de la influencia de las drogas. La película acerca al público a la intimidad de las relaciones interpersonales de Morrison: frágil y fuerte conexión entre mente y sensación. Escenas como las de discrepancia pasional son fragmentos de la vida del músico que no se entienden de la misma manera en la lectura de un libro o en intento de interpretación de la poesía o declaraciones de Jim. “No recuerdo haber nacido, debe haber sido en alguno de esos desmayos” señala el músico en la película a modo de respuesta a un reportaje.
Se lo ve a Morrison enfrentándose permanentemente a la muerte. Llega un punto en que cuesta distinguir si contra lo que lucha el rock star es la muerte o el día a día de su vida misma. La línea que divide lo brillante de lo insano pierde grosor a medida que transcurren los minutos en el filme. Aunque la película haya sido titulada The Doors, el eje de atención de la obra es el vocalista de la banda. La poesía de Jim se intensifica, crece en desmedida al igual que su pelo, barba y estómago. En las últimas escenas se ve un músico vencido, golpeado por las tantas transgresiones en su rutina.
James Douglas Morrison era su verdadero nombre. Cantante, poeta, escritor y vocalista del grupo The Doors, fallecido el 3 de julio de 1971 e inmortal en su obra. El músico que venció a la muerte, el tiempo y las generaciones.

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